
DELICIAS DE MARKETING (III)
Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemos
UMBERTO ECO. El nombre de la Rosa.
Restauración: Al principio, siempre fue …
Cuando era pequeño, jugaba a repetir una palabra. Repetirla, repetirla y repetirla, una y otra vez, como un bobo, hasta que me parecía extraña.
Me detenía cuando, súbitamente, dejaba de ser consciente de lo que quería decir y del uso que hasta entonces había hecho de ella. Y así, pasaba a ser una cáscara vacía.
Después, de alguna manera, ya podía rellenarla y reconstruirla. Volver a encontrarme con ella y con su significado original.
En esta sociedad de la imagen, la herramienta del lenguaje oral y escrito se difumina y tendemos a no saber lo que decimos. Somos más pobres cada día.
Con una lengua como el español, con cerca de noventa mil palabras a su disposición, el hispano hablante medio utiliza tan solo unas mil, y los muy cultos unas cinco mil. Es desolador pensar que muchos jóvenes, bajo la dictadura de las RRSS, no superen las doscientas cincuenta.
Quizá todo eso suceda porque hemos olvidado el significado de las palabras y, sobre todo, su etimología. De dónde proceden, cómo nacieron, qué realidades designaban. ¿Veis para qué sirven ahora el griego y el latín en las escuelas?
Vivimos en un tiempo sin memoria. Oficios que se ejercen ignorando su nombre y alcance. ¿Cómo podremos ejercerlos con decoro y éxito sin interrogarnos antes de dónde vienen, sin saber qué significan?
Hoy, las Delicias de Marketing nos saben a preguntas sobre el origen de la palabra que da nombre al noble oficio de la Restauración.
Así, “restauración” proviene del latín restauratio (re-statuere); acción y efecto de volver a colocar, restablecer, reparar, recuperar, recobrar, volver a poner algo en su estado primitivo.
Todo eso es restaurar. Nada más y nada menos.
Y un restaurador es la persona que intenta y consigue todas esas cosas, que algo tendrán de mágicas. Y que lo hace en ese lugar que pone las cosas en su sitio de nuevo y que llamamos, ahora sí, sabiendo porque, Restaurante.
El bueno de don Abraham Maslow, a quien el cielo del Marketing acoja en su seno, estudió y describió con acierto las necesidades humanas y las concibió en su ya clásica pirámide en la que, cada uno de sus niveles, representaba una tipología diferente de las mismas.
Desde las más básicas como beber, comer, descansar, ubicadas en su base, a las más sofisticadas como las de amistad, afecto, afiliación o autorrealización, que nos vamos encontrando a medida que ascendemos en los escalones sucesivos del modelo.
Nuestro viejo oficio de Restaurar, trata pues de ofrecer a la gente de manera permanente e identificable el equilibrio, su equilibrio. Reparar, recuperar, recobrar, volver a poner a la vida en su estado original.
Saciar su hambre y su sed, por supuesto. Pero hacerlo de manera que se reencuentren con los demás, creen o consoliden amistades o afectos, busquen o cierren negocios, se distingan, vivan nuevas experiencias y se sientan el centro de una actividad creativa y creadora.
Y todo, para restaurarse…
Ojalá que saber de dónde venimos, con todas nuestras virtudes y defectos, nos haga mejores conocedores de a dónde queremos ir.
Nuestra labor como Consultores en Restauración es acompañar al Restaurador en ese camino, empezando por mostrarle cuál es la esencia de su Oficio y sabiendo que, al principio, siempre fue la palabra.
Restauración.
Luis Salinas
Consultor en Salinas Restauración
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